El monstruo pareció justo después de la medianoche. Pero no era el que Conor había estado esperando, el de la pesadilla que ha estados soñando todas las noches desde que su madre comenzó con el tratamiento. El de la oscuridad y el viento y el grito… Ese monstruo del jardín es diferente. Antiguo, salvaje. Y quiere de Conor algo terrible y peligroso. Quiere la verdad.
El monstruo apareció pasadas las doce de la noche. Como
hacen todos los monstruos.
Conor se despierta en la mitad de la noche, se despierta a
causa de una pesadilla. Una que ha perseguido en los últimos meses y lo hace
despertar por las noches gritando.
Siente pasos, se asusta, pero cuando no puede más de la
curiosidad se levante y mira por la ventana. La luna brilla sobre la colina
frente a su ventana, iluminando una vieja iglesia y árbol, un tejo, que parece
tan viejo como la construcción.
Entonces el árbol cambia y se convierte en un monstruo, uno
que quiere asustarlo, pero como dice el niño de 13 años…
"-He visto cosas peores"
A la noche siguiente, a la misma hora, el árbol vuelve. Le
dice que le contará tres historias, la cuarta se la tendrá que contar él, pero
no es cualquier historia. Es su historia. Su verdad.
"Las historias son criaturas salvajes - dijo el
monstruo - Cuando las sueltas, ¿Quién sabe los desastres que puedan causar?
Conor es un niño que vive con su madre, la cual tiene un cáncer,
y eso cambió por completo su vida. De muchas cosas tiene que ahora encargarse
él solo, para poder vivir tranquilamente con ella, en la cual la enfermedad sigue
avanzando.
Las cosas en la escuela también han cambiado, lo tratan
diferente, o mejor dicho, no saben cómo tratarlo.
Está solo. Sólo está el monstruo que viene a visitarlo, cada
noche, a la misma hora y le cuenta historias que, puede que más que enseñarle
cosas al niño me las enseñaba a mí.
"Hay cosas peores que ser invisible" había dicho
el monstruo, y tenía razón.
Fue un libro que me conmovió, que leí en un par de horas y
me dejó mucho que pensar. Un libro que necesito en mi librero, pues estoy
segura que en otros momentos de mi vida querré/necesitaré recurrir a él. Y me
dará respuestas.
- Tu vida no la escribes con palabras - dijo el monstruo -.
La escribes con acciones. Lo que piensas no es importante. Lo único importante
es lo que haces.
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